Un hombre sospechoso de haber matado a un obispo auxiliar de Los Ángeles fue arrestado el lunes por la mañana.
Carlos Medina, de 65 años, fue tomado bajo custodia luego de que alguien llamó a la policía para reportar que el hombre estaba actuando “extraño” y había hecho comentarios sobre el obispo auxiliar David O'Connell debiéndole dinero, dijo el alguacil del condado de Los Ángeles, Robert Luna.
Medina es el esposo de la empleada de limpieza de O’Donnell, y en el pasado habría trabajado en el hogar del obispo en Hacienda Heights, donde ocurrió la matanza, dijo Luna durante una conferencia de prensa.
El domingo por la mañana, detectives obtuvieron video de vigilancia mostrando que un vehículo todoterreno compacto de color oscuro brevemente se estacionó en la entrada de la casa de O’Donnell antes de irse, resaltó Luna, añadiendo que Medina manejaba un auto similar.
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Alrededor de las 7 p.m., una persona llamó a la policía para reportar sobre el comportamiento “extraño” de Medina, y le dijo a las autoridades que el hombre se había ido del condado de Los Ángeles, posiblemente con destino al centro de California, según el alguacil. A eso de las 2 a.m. del lunes, un miembro de la comunidad reportó que Medina había regresado a su hogar en la cuadra 2400 de la avenida Kenwood en Torrance.
Agentes del departamento del alguacil de la estación de Carson, además de detectives con la Oficina de Delitos Graves, llegaron al hogar y le gritaron a Medina para que saliera, pero se rehusó, dijo Luna. Agentes de la Oficina de Ejecución Especial llegaron más tarde y también intentaron convencer a Medina par que se saliera. Al fin salió alrededor de las 8:15 a.m. y fue arrestado.
Detectives ejecutaron una orden de registro en el hogar de Medina, la cual resultó en dos pistolas y otro tipo de evidencia posiblemente conectándolo al homicidio de O’Connell, dijo Luna. Las armas todavía deben ser examinadas para determinar si fueron usadas durante la comisión del crimen, añadió.
Los investigadores todavía no estaban seguros si una disputa sobre dinero fue el motivo de la matanza, Luna dijo.
O’Connell, de 69 años, fue hallado muerto el domingo en un cuarto de su residencia en la cuadra 1500 de la avenida Janlu, a eso de las 1 p.m., relató Michael Modica, teniente del Departamento de Alguacil del Condado de Los Ángeles.
Los agentes del alguacil estaban respondiendo a una llamada de emergencia médica cuando encontraron a O'Connell, quien parecía haber recibido un disparo en la parte superior del torso. No había evidencia de entrada forzada, según Luna.
Luna dijo que un diacono fue el que encontró a O’Connell, luego de haber ido a buscarlo cuando no llegó a una junta.
El arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, emitió un comunicado después de que la Oficina de Información del departamento del sheriff del condado determinara que se trataba de un homicidio. Gómez dijo que la archidiócesis y los feligreses estaban “profundamente perturbados y entristecidos” por la noticia.
El lunes, Gómez luchó por contener las lágrimas mientras hablaba de O’Connell.
“Todos los días, trabajo para mostrarle compasión a los pobres, los inmigrantes, y todos viviendo a las márgenes de la sociedad. Era buen sacerdote, buen obispo y un hombre de paz, y estamos muy tristes de haberlo perdido”, dijo Gomez.
O’Connell nació en County Cork, Irlanda, en 1953, y fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles por el papa Francisco en el 2015, según la arquidiócesis. Sirvió como sacerdote y obispo en el condado Los Ángeles por más de 45 años.
O’Connell era el presidente del Grupo Operativo de Inmigración Interdiocesano del Sur de California, además de ser presidente del Subcomité para la Campaña de Desarrollo Humano para la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
Lideres, incluyendo a Janice Hahn e Ilda Solis – ambas miembros de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles – además del senador estatal Bob Archuleta, resaltaron el impacto que O’Connell tuvo en la comunidad. O’Connell ayudó a niños inmigrantes a entrar no solo a escuelas privadas católicas sino también a universidades, dijo Hahn.
“Él era la ayuda para los indefensos y la esperanza para los desesperados”, Hahn dijo.