Una mezcla de coraje, agradecimiento y duelo es lo que viven los familiares y allegados del oficial de Temple University, Christopher Fitzgerald ante el desarrollo de la investigación y el arresto del sospechoso.
“Él es un diablo. Quiero que se quede en la cárcel toda la vida. Voy a orar mucho, pero no creo que pueda perdonar lo que le hizo a mi esposo. No en este momento. Mi hombre fue buen padre, hijo y compañero. No quiero hablar de él, quiero hablar de Christopher. Nadie en este mundo necesita saber quien era él. Él es nada, es basura”, destacó la viuda, Marissa Fitzgerald en medio de su dolor sobre el pistolero, identificado como Miles Pfeffer, de 18 años.
La mujer explicó que “soy una mujer de Dios y tengo que orar”. Agregó que desde que recibió la noticia del deceso de su marido “le pido a Dios un minuto, una hora. algo para volver a escuchar su voz, para que me cante de nuevo”.
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Marissa y su suegro, Joel Fitzgerald describieron al oficial perecido como “el alma de la fiesta, bromista y aficionado al canto”. “Tenemos un video de él cantándonos, a mí y a mi hija, que ella ve todos los días desde lo ocurrido y pide ver a su papá”.
El compromiso con Filadelfia, la ciudad que lo vio nacer, de Christopher Fitzgerald era “genuino”. Tanto que según su padre “quisimos que se mudara con toda la familia para Denver con nosotros y no lo hizo, porque quería hacer la diferencia en esta comunidad, en Philly”.
Local
El oficial caído, quien pertenecía al grupo Black Men Run, recorría los vecindarios más afectados por la violencia armada en la ciudad del Amor Fraternal para llevar un mensaje de “alza las manos y baja las armas”. Habíamos hablado de mudarnos, yo quería irme a Houston, Texas, pero él quería estar aquí. Quería que sus hijos pudieran jugar en la calle. Me voy a encargar que su legado siga adelante. Que todos en Filadelfia sepan quien fue Christopher”, añadió la viuda.
Chris Fitzgerald, de madre puertorriqueña y padre norteamericano, nació y se crió en Filadelfia. Tuvo cuatro hijos, dos hembras y dos varones, de 13, 11, nueve y siete años.
“Recuerdo las últimas palabras que me dijo ‘te amo y regreso más tarde’ al despedirse. Todavía siento cuando puso su rostro junto al mío para despedirse e irse a trabajar. Mi hombre era un buen hombre, padre, hijo y sobrino”, destacó Marissa.
La mujer recordó que Christopher la llamaba cada vez que sacaba armas de la calle con emoción de haber cumplido con su propósito. “Era dedicado a la comunidad. Se puede hacer más para proteger a los oficiales. Lo que ellos hacen es un trabajo difícil y ponen su vida en riesgo por nosotros. No todo el mundo lo entiende. Ellos saben que eso viene con el trabajo, pero cada día existe la posibilidad que no regresen a casa nunca”.
Por el momento esta familia urge justicia más allá del estatus o dinero que el acusado, Miles Pfeffer pueda tener a su disposición. También requieren que todos los implicados en el caso enfrenten cargos.