CIUDAD DE MÉXICO - El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, anunció este viernes una serie de ideas desesperadas para vender el avión oficial de su predecesor, que según él es demasiado lujoso para un país donde la mitad de la gente vive en la pobreza.
López Obrador dijo que está sopesando rifar el avión con la venta de seis millones de boletos por un equivalente a $25 cada uno. Ofreció un año de operación gratis para la aeronave en caso de que el ganador del sorteo no tenga el dinero para operar el avión.
La propuesta se volvió rápidamente tendencia en Twitter.
Los usuarios presentaron ideas acerca de dónde estacionarían el enorme jet (en el patio porque no cabe en el garaje); las fiestas que realizarían a bordo (viajes al Super Bowl, la final del fútbol americano, con mucha cerveza); los colores con que lo pintarían (alguien sugirió violeta brillante).
En cuanto a lo que harían en caso de ganar, la idea con mayor número de seguidores pareció ser la de transformarlo en un restaurante o puesto de tacos estacionario.
López Obrador ha presentado otras cuatro ideas para vender el Boeing 787 Dreamliner, después de que el avión de $130 millones no pudo conseguir un comprador tras permanecer estacionado un año en un aeropuerto en Victorville, California, donde acumuló $1,5 millones en costos de mantenimiento.
Todavía no ha dicho si analiza ofrecerlo en una venta de garaje, pero sugirió que no se ha descartado ninguna idea.
“Ayúdenme ustedes”, dijo a los periodistas reunidos en su conferencia de prensa matutina, obviamente buscando formas de recuperar el costo del avión. Dijo que se ha reunido con hombres de negocios, buscando ideas sobre cómo deshacerse del elefante blanco.
El jet es caro de operar y actualmente está configurado para transportar a sólo 80 personas, debido a que cuenta con una suite presidencial, con todo y dormitorio y baño privados.
Los expertos dicen que sería demasiado costoso volver a rediseñarlo como avión comercial. Ese tipo de aeronave transporta normalmente hasta 300 pasajeros.
El presidente mexicano, que prometió gobernar con austeridad, toma actualmente vuelos comerciales en clase turista. Convirtió el lujoso complejo presidencial de Los Pinos en un centro de artes y prometió no pisar nunca el avión que ordenó comprar su predecesor, Enrique Peña Nieto.
Entre otras ideas ha sugerido cambiar el avión por equipo médico de Estados Unidos o intercambiarlo por acciones de negocios a empresarios para que lo utilicen en programas de incentivos a ejecutivos. También ha ofrecido alquilarlo por horas, con la esperanza de amortizar el resto de los préstamos pendientes del avión.