TAIPEI, Taiwán — China ya no solicitará presentar un examen de COVID-19 con resultado negativo para los viajeros que arriben a partir del miércoles, lo que presagia su reapertura al resto del mundo tras años de aislamiento que comenzaron cuando el país cerró sus fronteras en marzo del 2020.
Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, anunció el cambio durante una sesión con la prensa el lunes.
China puso fin a su política de “cero COVID” en diciembre de 2022, tras años de medidas draconianas que en ocasiones incluyeron confinamientos de ciudades enteras y largas cuarentenas para las personas infectadas.
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China en enero puso fin a la exigencia de cuarentenas para sus propios ciudadanos que llegaban del extranjero, y en los meses recientes gradualmente ha extendido la lista de países a los que sus ciudadanos pueden viajar, y también ha aumentado el número de vuelos internacionales.
Beijing puso fin a su política de “cero COVID” apenas en diciembre, tras años de medidas draconianas que incluyeron confinamientos colectivos y extensas cuarentenas para personas enfermas.
Las restricciones aletargaron a la segunda mayor economía del mundo, causando desempleo e incluso focos ocasionales de protestas.
Como parte de esas medidas, se requería que los viajeros que llegaban se sometieran a cuarentenas de semanas en hoteles asignados por el gobierno.
En noviembre estallaron protestas en ciudades incluyendo Beijing, Shanghái, Guangzhou y Nanjing contra las restricciones anticovid, en el desafío más directo al gobierno del Partido Comunista desde las protestas de la Plaza Tiananmen en 1989.
A inicios de diciembre, las autoridades repentinamente eliminaron la mayoría de los controles sanitarios, lo que provocó un aumento del virus que abrumó a hospitales y morgues.
Un estudio estadounidense este mes halló que el abrupto fin de la política “cero COVID” probablemente causó 2 millones de muertes excesivas en los dos meses siguientes. Esa cifra supera mucho el estimado oficial de que hubo 60,000 muertes en el mes siguiente a la conclusión de las medidas.
Durante los años de “cero COVID”, las autoridades locales ocasionalmente ordenaron confinamientos colectivos sin aviso, atrapando a ciudadanos en sus residencias u oficinas.
Entre abril y junio del año pasado, la ciudad de Shanghái ordenó un confinamiento colectivo de sus 25 millones de habitantes, uno de los mayores claustros del mundo relacionados con la pandemia. Los habitantes tenían que tomarse pruebas PCR frecuentemente y dependían de las entregas de comida por parte del gobierno, que con frecuencia eran tildadas de insuficientes.
Durante la pandemia, Beijing presentaba su política de “cero COVID” — y el bajo número de infecciones al principio — como ejemplo de la superioridad del sistema político chino ante las democracias occidentales.
Desde que levantó sus restricciones, la economía china ha protagonizado una aletargada recuperación. Las restricciones, aunadas a las fricciones diplomáticas con Estados Unidos y otras democracias occidentales, han llevado a algunas compañías extranjeras a reducir sus inversiones en China.
La corresponsal Caroline Chen en Beijing contribuyó con esta nota.