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El calvario de las mujeres quemadas con ”el ácido del diablo”

Varias salieron a las calles de la capital de República Dominicana en reclamo de penas más duras contra los agresores, sus esposos.

Telemundo

Varias de las víctimas marcharon en reclamo de justicia en Santo Domingo, la capital de República Dominicana.

SANTO DOMINGO - Un grupo de mujeres que quedaron desfiguradas después de sufrir ataques con un ácido corrosivo, en su mayoría motivados por celos de sus exparejas, realizaron este sábado una inédita manifestación en la capital dominicana para exigir penas más duras contra los agresores.

El grupo estaba formado por una veintena de mujeres -y también un hombre- que fueron blanco de ataques en los últimos años con un potente corrosivo de uso industrial, conocido popularmente como "el ácido del diablo".

Las manifestantes pidieron "justicia" y se quejaron de que los agresores de este tipo de ataques, frecuentes en la República Dominicana, suelen recibir penas de pocos años de cárcel o incluso de meses.

Una de las mujeres afectadas, Esther Jiménez, lleva 27 cirugías en nueve años para recuperarle el rostro y la nariz, que se le cayó por efecto del ácido que le lanzó un desconocido, por encargo de una tercera persona cuya identidad nunca se ha descubierto.

"Quiero que cambien la ley, porque el que le hace esto a una persona es matarle en vida. Quiero que le den 30 años para el que lo tira y 30 para el que lo manda tirar", dijo a Efe.

La gran mayoría de las víctimas de este tipo de ataques son mujeres, a manos de sus parejas o exparejas, en la mayoría de los casos por historias de celos o como venganza tras una ruptura sentimental.

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El único hombre en la protesta, Franklin De La Rosa, relata que su mujer lo traicionó con otro hombre y ambos le echaron el ácido cuando él estaba acostado en la cama.

Perdió una oreja y tiene quemaduras en el torso, brazos, cuello y rostro. Ya lleva cuatro cirujías en dos años y medio, a sabiendas de que tendrá que visitar de nuevo el quirófano y de que, en sus circunstancias, no le va a ser fácil conseguir empleo.

"Doy gracias a Dios por poder respirar. Ese ácido tienen que sacarlo del mercado, desaparecerlo", dijo Franklin a Efe.

El hombre intentó suicidarse luego del trágico incidente en el que murió su esposa dominicana, según las autoridades.

La venta del "ácido del diablo" fue restringida en 2010 por el organismo de defensa del consumidor, que ahora solo autoriza a venderlo a técnicos e industrias.

El "ácido del diablo" contiene ácido sulfúrico, ácido clorhídrico, removedor de pintura y otros corrosivos, y al que se le suele agregar azúcar o miel para aumentar la viscosidad de la mezcla, con la intención de hacer más daño.

A pesar de las restricciones comerciales, los ataques siguen ocurriendo.

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El más reciente de ellos fue el de una joven de 19 años, Yocairi Amarante, que casi pierde la vida el pasado 25 de septiembre cuando dos personas le echaron el ácido cuando iba en un taxi colectivo, por encargo de su expareja.

En la manifestación, las mujeres recordaron el caso de Yocairi, que ha causado indignación en la República Dominicana, pidiendo penas máximas para el exnovio de la joven y para las dos personas que le arrojaron el compuesto químico a cambio de 60 dólares.

La tipificación de este tipo de agresión figura en el borrador de reforma del Código Penal, que está en discusión en el Congreso Nacional desde 2014.

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A otra afectada, Alvalida de Jesús Pérez, le cayó el ácido en la cara cuando caminaba por la calle con su prima, quien era el objetivo del ataque, que estuvo motivado por celos.

El agresor, expareja de su prima, fue condenado a tres meses de cárcel, mientras que ellas mantienen secuelas psicológicas y físicas nueve años después.

"Queremos justicia. Por lo menos 30 años (de cárcel), 5 no se puede", comenta a Efe.

Miriam Altagracia Santana, con quemaduras en el rostro, dijo a la prensa que no se quedó conforme cuando supo que su agresor fue condenado a 15 años de cárcel.

"Yo no me sentí conforme con los 15 años, porque ni con su vida me paga. Mi hija pequeña tenía 3 años y la mayor 7. Mis hijas me tenían miedo, no se acercaban a mí, decían esa no es mi mamá. Es un dolor, van a ser 10 años y yo no he podido superarlo", comenta.

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